Los bebés no nacen con un manual de instrucciones, ojalá fuera así, y surgen muchas dudas a lo largo de los primeros años. Las más comunes son con respecto al sueño y el descanso de los bebés.
¿Cuánto debe dormir un bebé o niño/a según la edad que tiene?
La Academia Americana de la Medicina del Sueño ha publicado sus recomendaciones sobre el tiempo que debe dormir cada niño/a atendiendo a su edad:
¿Sueñan los bebés?
No existe un acuerdo claro en cuanto a si realmente sueñan o no pero sí se ha demostrado que los bebés tienen la fase REM en la que los adultos sueñan.
El doctor Charles P. Pollack, director del Center for Sleep Medicine de Nueva York, expresa que, dado que presentan una fase REM durante el sueño, sí que sueñan. Según él, no es posible saber el contenido de sus sueños ya que no son capaces de explicarlo mediante el lenguaje. Sin embargo, varios expertos opinan que podrían soñar sobre las vivencias de su vida diaria.
Sin embargo, existen aproximaciones neurocientíficas, como el trabajo de David Foulkes (experto del sueño de Harvard), que defienden que a pesar de existir esas fases en el sueño del bebé no se producen sueños durante estas. Y que no es hasta los tres años cuando los niños/as comienzan a soñar tal y como lo entendemos los adultos.
Según Foulkes y sus colaboradores la fase REM en los niños tendría una función diferente: serviría para establecer conexiones neuronales en los primeros estadios del desarrollo y más adelante también para ayudar en el desarrollo del lenguaje.
Según la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente los niños empiezan a soñar a partir de los 18 meses de edad; sin embargo, y basándose en el estudio de la actividad cerebral durante el sueño, hay científicos que afirman que los bebés pueden comenzar a soñar durante la etapa fetal, cuando aún se encuentran en el útero materno.
En mi perfil de Instagram podéis consultar más información relacionada como: cuánto debe dormir un bebé según su edad y qué sueñan los bebés.
Fases del sueño en los bebés
Cuando el bebé es un recién nacido y hasta los tres meses de edad se pueden distinguir tres tipos de sueño:
- Sueño activo: cuando se duerme pasa directamente a esta fase caracterizada por una respiración irregular e incluso rápida en el bebé, se observan movimientos de las extremidades como los brazos o las piernas, gestos y muecas en la cara, podemos ver incluso sonrisas. También se caracteriza por movimientos oculares rápidos.
Este sueño es más ligero.
- Sueño tranquilo: el bebé está muy tranquilo, con una respiración regular, sin hacer ningún tipo de movimientos, mantiene los ojos cerrados y es un tipo de sueño más profundo.
Pasan a esta fase tras 15 o 20 minutos de la anterior.
- Sueño transicional o indeterminado: entre los dos tipos de sueños anteriores existe un periodo que no concuerda exactamente con ninguno de los dos.
A partir de los tres meses de vida comienzan a diferenciar claramente la noche del día y suelen comenzar a dormir más horas nocturnas seguidas, pero no será hasta los 6 años cuando su sueño llegue a ser similar al de los adultos. Se distinguen dos fases:
- Fase REM(o MOR, movimientos oculares rápidos): en la que el cerebro se mantiene activo y se procesa la información del día para almacenar lo más importante en la memoria a largo plazo (por eso los bebés pasan más tiempo en esta fase). En esta aparecen los sueños y las pesadillas.
- Fase no REM: es cuando el cuerpo descansa completamente, se corresponde con el sueño profundo y que supone el 70% del sueño en los adultos, pero un 50% en los bebés.
¿Por qué son tan importantes las rutinas para el sueño?
La mejor manera de que los niños desarrollen buenos hábitos para dormir es adoptando una rutina nocturna ya que, proporcionándoselas, les será más fácil mantener una organización en todos los ámbitos de su vida.
Además, mantener unos horarios regulares para acostarse y levantarse y seguir una rutina concreta antes de ir a dormir, tranquiliza al niño, le proporciona seguridad y les prepara para el sueño, algo que es muy importante para su desarrollo.
La rutina de bañarse, cenar y contar un cuento antes de dormir consigue que el mundo del niño parezca más ordenado, seguro y confortable.
También, es muy importante ser consistentes con los horarios y será necesario crear un clima relajado y tranquilo previo a la hora antes de ir a dormir.
Un buen ejemplo de rutina para preparar al niño/a para el sueño puede ser:
- Ducharse a una hora determinada.
- Cenar a una hora fija y de manera ligera, para facilitar la digestión y, por tanto, el descanso.
- Permitirle después un tiempo de relax, que le sirva de introducción al sueño (entre 20 y 30 minutos), puede ser un tiempo para compartir con el niño/a contándoles un cuento, conversando con ellos o cantando una nana.
- Acostarse y levantarse siempre a la misma hora.
Para ver más información sobre la importancia de las rutinas puedes entrar en mi perfil de Instagram.
¿Qué beneficios tiene el sueño para los bebés?
Un mayor periodo de sueño está asociado con una mejora en la retención de la información en la memoria facilitando el recuerdo de las actividades diarias y de la atención en las tareas realizadas.
Uno de los principales beneficios es la consolidación de la memoria ya que el sueño es necesario para convertir la información aprendida durante el día en memoria a largo plazo que es donde se almacenan los recuerdos y una gran variedad de material aprendido como habilidades motoras, matemáticas, pruebas de asociación de palabras, etc.
El papel del sueño en la memoria facilita el aprendizaje infantil, puesto que al dormir y consolidarse la memoria, se requiere menos esfuerzo para aprender y recordar lo aprendido a largo plazo.
Durante el sueño el cerebro segrega distintas sustancias que regulan muchas de las funciones del organismo, entre ellas la hormona del crecimiento. Además, mejora el desarrollo y forma física de los niños/as ya que algunas fases del sueño están asociadas con la reparación de tejidos corporales y la conservación y recuperación de energía.
El sueño profundo facilita la combinación de pensamientos de forma novedosa y deja correr la imaginación posibilitando la aparición de las mejores ideas. Y durante el sueño, se producen procesos de reparación cerebral, se reorganizan las neuronas y almacenan lo aprendido durante el día, se seleccionan los recuerdos más importantes y se eliminan y olvidan los que no lo son.
La privación del sueño tiene efectos muy negativos en las capacidades cognitivas, no sirve dormir un día bien y los demás no, ni tampoco dormir todos los días pero menos horas de las necesarias. Para que haya un buen desarrollo en las funciones cognitivas será necesario dormir bien todos los días y las horas necesarias.
El sueño favorece el desarrollo neuronal que es necesario para el aprendizaje. Además, si no se duermen las horas necesarias, no se podrán segregar todas las proteínas que el cerebro necesita.
Según explica la doctora Marta Moraleda, “la falta de sueño puede alterar el comportamiento y el estado de ánimo, volverles más activos de lo habitual, hacerles disminuir su atención en clase, hacer que se muestren antipáticos o más irritables”.
La falta de sueño también puede provocar somnolencia durante el día, problemas de aprendizaje y del desarrollo mental y, por tanto, afectar a su rendimiento.
Trucos para dormir a tu bebé
- Los recién nacidos duermen tanto de día como de noche, sin embargo, será necesario sincronizar el ritmo de sueño y vigilia del bebé ayudándole a distinguir el día de la noche. Durante el día debe haber luz, juegos y ruidos habituales; por la noche la luz debe ser débil y el niño debe permanecer en un clima relajado.
- El ambiente y el tipo de actividades que realice el bebé deben ser relajantes al menos una hora antes de ir a la cama, ya que si está emocionado o excitado le costará conciliar el sueño y será más probable que se despierte por la noche.
- Incluir una rutina como: cepillarse los dientes, lavarse o bañarse, y ponerse el pijama, son estímulos que deben asociarse a este momento del día.
- Crear un ambiente en su habitación que sea tranquilo, con una buena temperatura (ni mucho frío ni mucho calor), con un ruido ambiental leve.
- Se debe evitar acostarle con hambre.
- Si se despiertan, se les debe atender siempre y tranquilizarlos.
- Se deben evitar las siestas muy prolongadas o tardías.
- La actitud de los padres debe ser firme (hay que hacer siempre lo mismo y estar seguro de que esa es la actitud correcta) y cariñosa (las caricias calman al niño y le proporcionan una sensación de seguridad y confort).
- Bañarle puede ser uno de los pasos de vuestra rutina, siempre y cuando se compruebe que el contacto con el agua calentita le tranquiliza ya que hay algunos bebés que le puede activar.
- Cantarle una nana, al cantar liberamos endorfinas, unas hormonas que producen serenidad, pero lo más curioso es que este estado de bienestar se da tanto en el que canta como en el que escucha. Por eso estas canciones infantiles funcionan tan bien.
- Está demostrado que cuando los bebé succionan esto les produce un efecto de relajación por lo que el uso de un chupete puede ser beneficioso para calmarlo en caso de que esté muy activo.
- Usar luz tenue, voz sueva y movimientos lentos, sobre todo cuando tengas que alimentarlo durante la noche ya que así entenderá que sigue siendo momento de dormir.
- Es importante mantenerse activo durante el día ofreciendo al niño/a actividades interesantes durante el día, incluyendo actividad física y aire libre.
- ¿En qué posición duermo a mi bebé? La comunidad científica coincide que lo más aconsejable para disminuir la probabilidad de que el bebé sufra el “Síndrome de la muerte súbita” es que duerma boca arriba y sin almohada. Durante los seis primeros meses es cuando hay que prestar mayor atención, sin embargo, esta recomendación se debe mantener hasta el primer año de vida.